Supimos que la vida es poco menos
que un sueño colectivo y poco másque una almendra,
el día que entendimos las razones
del por qué los abuelos, con voz de crisantemo,
morían de repente, sin adioses
complicados, sin media frase deshabitada
y con la precisión de los maizales
o, quizá,
el día que nos fuimos a la escuela
y faltó
la bicicleta verde de un amigo.
Ese día,
ese día cuadrado nos dijimos
nosotros mismos al oído, casi
sin querer escuchar, que somos sueño,
sí, sueño breve
y se alojó el miedo con la forma
de una almendra en la mitad
del corazón y regresamos tristes
de nuestras abstracciones
convencidos
o convenciéndonos
de que la perfección de Dios es círculo
que no permite cuadraturas
y los maizales tienen calendario.
Hoy, por ejemplo,
advertí
que en mis gavetas, las bolsitas verdes
de sándalo y jazmín
no quitan el olor a medicinas
ni el incienso diario ya perfuma
a lluvia tempranísima la casa
y así,
así, desesperado,
busqué la bicicleta que naciera
un día de la infancia, bajo el árbol,
como sabemos nacen los milagros,
y recordé, de súbito,
de nuevo, a medio rayo rompiéndome la espalda,
que la vida …la vida es poco menos
que un sueño colectivo y poco más
que una almendra.