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Yo sé de noches blancas




Yo sé de noches blancas decididas
a mostrar sin adornos su silueta,
de gritos fermentados en la grieta
abierta por luciérnagas dormidas.

Yo sé de sangre espesa en las heridas
de ninfas y Gorgonas, de la escueta
paciencia del insomnio, del poeta
de las metáforas adormecidas.

Yo sé de mí, del mar, de la memoria,
del beso que se guarda en el olvido
como un grano de sal absolutoria

y nada más ―La luna ya se ha ido,
ya no es blanca la noche y esta historia
se repite: no duermo, voy herido―



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Imagina





Imagina que el mundo no ha nacido,
que el agua es sólo agua, que la roca
todavía no tiene voz, y boca
es un concepto incierto y aterido.

Imagina que el agua se alza nido
al que le nacen aves y desboca
tu corazón al vuelo que provoca
la estrenada pasión por el sonido.

Sientes, las aves cantan, y tú sabes
que cantan con tu voz porque imaginas
un mundo neonato que restalla

e intuyes la alegría y ya no cabes
en ti mismo ¿Presientes las neblinas

de un íntimo temblor? Ahora calla.



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Quiero agua de abril




Quiero agua de abril, quiero cascada
de montaña que aspira ser aroma,
quiero la voz de un niño y en la poma
una frase de amor deshabitada.

Quiero fruta temprana, la alborada
que sea un vuelo verde de paloma
que al alma, a media ausencia, policroma;
pero si tú no estás, no quiero nada.

No sé cómo decirte cuánto quiero
las voces de tu voz: el claroscuro
que ilumina el más íntimo calvero.

Quiero agua de abril, tu abril más puro,
lo inasible y el ala, el fruto albero
que sólo sabe el son de tu conjuro.



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La bicicleta verde





Supimos que la vida es poco menos
que un sueño colectivo y poco más
que una almendra,
el día que entendimos las razones
del por qué los abuelos, con voz de crisantemo,
morían de repente, sin adioses
complicados, sin media frase deshabitada
y con la precisión de los maizales
o, quizá,
el día que nos fuimos a la escuela
y faltó
la bicicleta verde de un amigo.

Ese día,
ese día cuadrado nos dijimos
nosotros mismos al oído, casi
sin querer escuchar, que somos sueño,
sí, sueño breve
y se alojó el miedo con la forma
de una almendra en la mitad
del corazón y regresamos tristes
de nuestras abstracciones
convencidos
o convenciéndonos
de que la perfección de Dios es círculo
que no permite cuadraturas
y los maizales tienen calendario.

Hoy, por ejemplo,
advertí
que en mis gavetas, las bolsitas verdes
de sándalo y jazmín
no quitan el olor a medicinas
ni el incienso diario ya perfuma
a lluvia tempranísima la casa
y así,
así, desesperado,
busqué la bicicleta que naciera
un día de la infancia, bajo el árbol,
como sabemos nacen los milagros,
y recordé, de súbito,
de nuevo, a medio rayo rompiéndome la espalda,
que la vida …la vida es poco menos
que un sueño colectivo y poco más
que una almendra.

 
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