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La gota




Y cuándo yo, sospiro tratenutto,
gota que existe mientras cae
si queda siempre así
sostenida y temblando,
un estar sin estar, en una forma
que no deforma el sinsentido,


sin caer en silencio y sin objeto.


Y cuándo yo, oscura sombra,
alimentada y llena de la propia sustancia


¿lumínica?


cayendo en el vacío, oscuramente.




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En la hora de todos los crepúsculos

 


I

En la hora de todos los crepúsculos
recorro estas calles de ceniza.
Bajo mis pies crepitan todavía
sueños arrebatados, uno a uno.

Dos párpados revuelan sobre un muro,
tres niñas arden juntas en la pira,
cuatro lanzas me sajan las costillas
y me vuelan los ojos de este mundo.

Las gargantas se secan en la plaza
pidiendo cinco migas de miseria
mientras vago vacío de mí mismo.

"La muerte tiene miedo de las gárgolas"
tronaron juntas todas las iglesias
y fuí demonio mudo en el vacío.


II

No te despierto ahora que es la hora
del despertar de todos los horrores.
Caen del cielo luces y arreboles,
caen y caen desde la memoria.

Duerme, mi niña, duerme, que estas cosas
son lejanas, lejanas; de otros dioses
y otras tumbas sin cruces y sin nombres.
No es nuestro el hongo enorme y sus esporas.

Ahora que es la hora estoy dormido
igual que tú, igual que él, que todos
de todos modos todo precipita.

Un vaivén de columpios canta cínico
y mis ojos, mis ojos y mis ojos
crepitan con las gárgolas. Crepitan.


Foto by Vladimir Vareshkin

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La promesa

 



Oscuridad, le falta tu caricia
de brea acompasada a mis silencios.

Ven,
prometo no sentir tu espuela fría
en las costillas, mientras sangra
la vieja herida sin edad alguna.

En medio de tu noche, exhumaré
una raíz antigua y poderosa
de infinita oquedad
para sembrarla junto
a un sol de versos incumplidos.

Nacerán girasoles y claveles
para mis ojos y mis manos
y en el azul perdido extraviaré la voz
hasta fundirme en ti sin condiciones.

Ya no seré de nuevo viña, beso,
albahaca o mantel a cuadros

y morirá así -a voz callada-
otra promesa
porque presiento ahora
que sí

si que me va a doler.

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Ancora

 


Ora tutto si quieta
a un abbandono fuori da me
eppure sempre, sempre, nel mío petto.

Ho fabbricato uno scalpello
con il quale demolire l'osso
che sbarra il cuore
e seminare li, nel profondo del battito,
un fiocco di parole mai pronunciate
in cui compassare la propria cardiopalma.

Ora,
tutto si quieta con le mani disposte alla certeza
in questa stanza calda, quasi che abitata.

Mi abbandonerò in questo crollo verticale
dove le macerie sono le radici,

ancora.


Fotografía por Игорь Лиховидов

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La cerveza



Como buena cerveza de Baviera,
rubia o morena, fría o destemplada,
capaz de conquistar la delicada
razón de la razón con voz ligera

o como la burbuja que subiera
ingrávida y sutil la balaustrada
desde el borde del vaso hacia la nada
con la pasión del que la nada espera

o como la visión del que la gusta
cual sueño regalado por la vida
que la alegría bávara reclama,

puede ser el poeta en liza justa
de verso, estrofa y letra enfurecida
si no le falta el lúpulo y la llama.


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Existe una mujer en un poema




Existe una mujer en un poema
que mira siempre el mar y que su rostro
es un enigma desnortado
caído del crepúsculo.

Ella no sabe
de días ni de noches ni de lluvias
y escarba el horizonte impresionista
como quien ve partir a la esperanza
o espera la llegada de cargueros
venidos desde el puerto sucedáneo
de la melancolía.

Nadie sabe si llora
o su sonrisa es vuelo de gaviotas de niebla,
si sus manos se enlazan o son cuenco
que espera a que una lágrima de nubes siempregrises
caiga, como las horas caen en un reloj,
si el mar es mar o esbozo de una promesa áspera
y atardecida,
y nadie le confiere potestades
de andarse en las arenas
con un dejo de morbo en la cintura
o un ademán de sangre entre sus labios.

Una mujer en un poema
atrapada entre el blanco de una página
y la metáfora de las libélulas
que se miran bailar en un estanque;
mujer
que se nace palabra del ocaso
mientras pronuncia un nombre hecho de sombras.

Así la he visto, escrita en versos,
y me tendrán que permitir, amigos,
ahora que atardece la memoria
y el mar es mar apenas bosquejado,
que diga, simplemente, en el poema
que nace en vuestros ojos, sin permiso,
que la amo.


 
 
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