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La promesa

 



Oscuridad, le falta tu caricia
de brea acompasada a mis silencios.

Ven,
prometo no sentir tu espuela fría
en las costillas, mientras sangra
la vieja herida sin edad alguna.

En medio de tu noche, exhumaré
una raíz antigua y poderosa
de infinita oquedad
para sembrarla junto
a un sol de versos incumplidos.

Nacerán girasoles y claveles
para mis ojos y mis manos
y en el azul perdido extraviaré la voz
hasta fundirme en ti sin condiciones.

Ya no seré de nuevo viña, beso,
albahaca o mantel a cuadros

y morirá así -a voz callada-
otra promesa
porque presiento ahora
que sí

si que me va a doler.

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Ancora

 


Ora tutto si quieta
a un abbandono fuori da me
eppure sempre, sempre, nel mío petto.

Ho fabbricato uno scalpello
con il quale demolire l'osso
che sbarra il cuore
e seminare li, nel profondo del battito,
un fiocco di parole mai pronunciate
in cui compassare la propria cardiopalma.

Ora,
tutto si quieta con le mani disposte alla certeza
in questa stanza calda, quasi che abitata.

Mi abbandonerò in questo crollo verticale
dove le macerie sono le radici,

ancora.


Fotografía por Игорь Лиховидов

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La cerveza



Como buena cerveza de Baviera,
rubia o morena, fría o destemplada,
capaz de conquistar la delicada
razón de la razón con voz ligera

o como la burbuja que subiera
ingrávida y sutil la balaustrada
desde el borde del vaso hacia la nada
con la pasión del que la nada espera

o como la visión del que la gusta
cual sueño regalado por la vida
que la alegría bávara reclama,

puede ser el poeta en liza justa
de verso, estrofa y letra enfurecida
si no le falta el lúpulo y la llama.


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Existe una mujer en un poema




Existe una mujer en un poema
que mira siempre el mar y que su rostro
es un enigma desnortado
caído del crepúsculo.

Ella no sabe
de días ni de noches ni de lluvias
y escarba el horizonte impresionista
como quien ve partir a la esperanza
o espera la llegada de cargueros
venidos desde el puerto sucedáneo
de la melancolía.

Nadie sabe si llora
o su sonrisa es vuelo de gaviotas de niebla,
si sus manos se enlazan o son cuenco
que espera a que una lágrima de nubes siempregrises
caiga, como las horas caen en un reloj,
si el mar es mar o esbozo de una promesa áspera
y atardecida,
y nadie le confiere potestades
de andarse en las arenas
con un dejo de morbo en la cintura
o un ademán de sangre entre sus labios.

Una mujer en un poema
atrapada entre el blanco de una página
y la metáfora de las libélulas
que se miran bailar en un estanque;
mujer
que se nace palabra del ocaso
mientras pronuncia un nombre hecho de sombras.

Así la he visto, escrita en versos,
y me tendrán que permitir, amigos,
ahora que atardece la memoria
y el mar es mar apenas bosquejado,
que diga, simplemente, en el poema
que nace en vuestros ojos, sin permiso,
que la amo.


 
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El mapa



¿Intuyes esa imagen de espejo fragmentado

que cifra los silencios de este país de lluvia?


Vengo de donde el grito tiene el color del trueno
y tiene un número social el nombre,
donde son golondrinas unos pájaros
y no ese transitar en los adioses
de los amantes,
el cielo es cielo
y el hambre
comunismo
o economías de mercado
pero nunca un papel que acepta a la esperanza
en forma de metáforas, o el cifrado silencio,
y exige saciedad.


Quiero quemar los mapas y las rutas
que llevan, sin piedad,
a la estatua que rige a las palomas
o al banco de una plaza que se queda
cada vez
más sola.


Es mi país
una bandera
color del viento,


disuelta geometría.



Fotografía por Игорь Лиховидов
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Nada hubo cayéndose


A veces hace frío cuando callan las manos
y la lluvia se espesa con tu nombre.

Sin embargo,
este ruido de versos que regresan
a una ciudad pensada con grafito
y calles verticales
tiene actitud de llama o de regazo
donde acudir en busca del insinuado beso.


Nada hubo cayéndose
en esta fundación de la metáfora.

 
 
Fotografía por Игорь Лиховидов
 
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