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La cerveza



Como buena cerveza de Baviera,
rubia o morena, fría o destemplada,
capaz de conquistar la delicada
razón de la razón con voz ligera

o como la burbuja que subiera
ingrávida y sutil la balaustrada
desde el borde del vaso hacia la nada
con la pasión del que la nada espera

o como la visión del que la gusta
cual sueño regalado por la vida
que la alegría bávara reclama,

puede ser el poeta en liza justa
de verso, estrofa y letra enfurecida
si no le falta el lúpulo y la llama.


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Sortilegio Mayor para la roca inerte


Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
R. Darío

Cierra, roca insensible, en duro seno,
la benévola faz del tempo grave
y al frío corazón guarda la llave
en los profundos valles del veneno.

Describe tu perfil de siglos lleno
con ansia mineral de ignota clave
que suponga solaz, y al son del ave
naciente ya tu alud no tenga freno.

Florecida tu forma en el latido
del alma sensitiva tengas muerte
en la conciencia viva de las cosas;

y en la noble virtud del tiempo ido
posea tu ideal el brazo fuerte,
como la antigua esencia de las rosas.


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Yo sé de noches blancas




Yo sé de noches blancas decididas
a mostrar sin adornos su silueta,
de gritos fermentados en la grieta
abierta por luciérnagas dormidas.

Yo sé de sangre espesa en las heridas
de ninfas y Gorgonas, de la escueta
paciencia del insomnio, del poeta
de las metáforas adormecidas.

Yo sé de mí, del mar, de la memoria,
del beso que se guarda en el olvido
como un grano de sal absolutoria

y nada más ―La luna ya se ha ido,
ya no es blanca la noche y esta historia
se repite: no duermo, voy herido―



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Imagina





Imagina que el mundo no ha nacido,
que el agua es sólo agua, que la roca
todavía no tiene voz, y boca
es un concepto incierto y aterido.

Imagina que el agua se alza nido
al que le nacen aves y desboca
tu corazón al vuelo que provoca
la estrenada pasión por el sonido.

Sientes, las aves cantan, y tú sabes
que cantan con tu voz porque imaginas
un mundo neonato que restalla

e intuyes la alegría y ya no cabes
en ti mismo ¿Presientes las neblinas

de un íntimo temblor? Ahora calla.



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Quiero agua de abril




Quiero agua de abril, quiero cascada
de montaña que aspira ser aroma,
quiero la voz de un niño y en la poma
una frase de amor deshabitada.

Quiero fruta temprana, la alborada
que sea un vuelo verde de paloma
que al alma, a media ausencia, policroma;
pero si tú no estás, no quiero nada.

No sé cómo decirte cuánto quiero
las voces de tu voz: el claroscuro
que ilumina el más íntimo calvero.

Quiero agua de abril, tu abril más puro,
lo inasible y el ala, el fruto albero
que sólo sabe el son de tu conjuro.



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Apenas el poema se agitaba





Apenas el poema se agitaba
en medio del papel donde nacía
dejó en el viento un poco de agonía
por saber que a la muerte no ignoraba.

Nacía de ella misma y en su aljaba
portaba los silencios que oponía
al idioma del sol y a la alegría
que el poeta en sus versos intentaba.

Observó al que escribe consternado
y con dejos de sal en cada verso
se hizo tinta sin más, deshabitado.

Y así morimos todos, lentamente,
dejándonos la piel en el anverso

de un trozo de papel indiferente.

 
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